Más allá del arco iris. Capítulo 5. Viaje a Harvard

Tras unos meses de trabajo frenético en su estudio de arquitectura en Milán, Francesco Capreli recompuso, una vez más, su agenda para hacer un hueco que le permitiera realizar el viaje pendiente a la Universidad de Harvard para ver si, allí, encontraba alguna luz sobre las causas de la muerte de su hermana Giulia, paradójicamente acaecida a miles de kilómetros de distancia. Así que, tras coger un vuelo en Milán-Malpensa y, tras hacer una escala en Londres, llegó al aeropuerto de Boston-Logan a esa hora deliciosa del atardecer en la que el avión, en su maniobra de aproximación, se desliza sobre casas veraniegas, algunas de ellas de corte victoriano, embarcaderos, multitud de veleros y canales que conforman una estampa melancólica.

Tras aterrizar, tomo un taxi que le llevó desde Boston hasta Cambridge, donde se alojó en el Veritas, un hotel pequeño cálido, acogedor y cercano al campus y a la estación de metro de Harvard Square, circunstancia muy aconsejable para desplazarse rápida y económicamente hacia el MIT, el MGM y el Common de Boston.

El Doctor Costi, durante el almuerzo que mantuvieron en Sirrmione, informó a Francesco de que su hermana Giulia había cursado, durante su estancia postdoctoral en la universidad de Harvard, un master en biotecnología en la Harvard Medical School. Allí trabó una especial amistad con otra estudiante postdoctoral procedente de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que estaba cursando el mismo master, Keira Miller, cuyos datos de contacto le facilitó.

Por ello, nada más dejar su maleta en el hotel, Francesco telefoneó a Keira Miller, con la que quedó a tomar un café en el Tatte Bakery & Café, aprovechando su ubicación equidistante entre el hotel y Harvard Square. Además del afecto que despertó en Keira el recuerdo de Giulia y la profunda impresión que le causó la noticia de su fallecimiento, le comentó a Francesco que ambas habían asistido a la conferencia que impartió en el MIT el Doctor Shaoran sobre El futuro de la robótica en la detección y prevención de las pandemias víricas; punto de partida del contacto de Giulia con el conferenciante que llevaría más tarde a la oferta que este le hizo para trabajar en el Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la universidad pública de Senlin que dirigía. Cuando Francesco, al hilo de estos últimos comentarios, le traslado sus inquietudes sobre la verdadera causa de la muerte de su hermana, Keira, por una parte, le confesó que corría hace tiempo por el campus un persistente rumor sobre las oscuras fuentes de financiación de los proyectos de investigación y los continuos viajes a la Universidad de Harvard y al MIT del Doctor Shaoran y, por otra parte, le aconsejo que contactara con el Doctor David Clark , director del Departamento de Epidemiología, Inmunología y Enfermedades Infecciosas en la Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston. Ella había trabajado con él y se ofreció a facilitarle una entrevista que, quizás, pudiera arrojar algo de luz sobre el estado de las investigaciones sobre el DIVOC 666 y su vacuna.   

Dado que el Doctor Clark estaba de viaje y no volvería hasta dentro de cinco días, Francesco, sabedor de que el Doctor Shaoran permanecía en esas fechas en la Universidad de Harvard y en el MIT dando sus charlas habituales sobre biotecnología epidémica, estableció contacto con él, quien le invitó a cenar en el Faculty Club de Harvard, edificio hermoso de estilo victoriano ligeramente decadente al que podía acceder en su condición de profesor invitado. La cena comenzó con un Shaoran extremadamente afectuoso por el recuerdo que en él despertaba Giulia. Sin embargo, cuando Francesco comenzó a preguntarle sobre la causa por la que no se le había practicado a su hermana una autopsia que hubiera permitido precisar las causas de su muerte, la actitud de su interlocutor se fue haciendo menos cordial hasta llegar a ser abiertamente hostil. Y, con esta mala sensación recíproca, se despidieron.

CONTINUARÁ …