Mientras corría, como todas las mañanas, por el parque del Castello Sforzesco de Milán para avivar su cuerpo y su espíritu, Francesco Capreli intentaba poner algo de orden en todos los acontecimientos que le acontecieron en Senlin y en Boston desde donde regreso a Milán en el último vuelo antes de que la extensión a Italia de la pandemia del DIVOC 666 cerrara los aeropuertos. Así, recordaba el descubrimiento de la causa de la muerte de su hermana Giulia a raíz de su estancia en el Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la Universidad Pública de Senlin; el paradero ignoto del directo culpable, el Doctor Shaoran; el ascenso de su padre, el General Sima desde su condición de director del Departamento de guerra bacteriológica y química del Ministerio de defensa a la condición de miembro del Comité Supremo del Glorioso Ejército Revolucionario; y, finalmente, el adiós precipitado a quien podía haber sido, en otro tiempo, su alma gemela, Keira Miller.
Mientras esto ocurría, en el Tiergarten de Berlin también realizaba su habitual carrera matinal Dante Moretti, joven estudiante egresado de la Universidad de Pavía, próxima a Milán, en la que obtuvo su grado en Giurisprudenza. Dante llevaba viviendo un año en Berlín gracias a una beca postdoctoral para investigar en propiedad industrial y avanzar en su tesis doctoral sobre patentes farmacéuticas.
Al tiempo, en Paris, Marie Dubois preparaba su equipaje para viajar a Berlín donde cursaría el Máster en Historia del Arte en la prestigiosa Universität der Künste Berlin (Universidad de las Artes de Berlin). Y, mientras ordenaba sus maletas, Marie reflexionaba sobre la pandemia del DIVOC 666 desatada a principios del año 2020 que había dado al traste con gran parte de sus sueños y sus planes de viaje y estancia que, siendo plenamente normales en 2019, ahora se le antojaban idílicos.
En efecto, la que era en el año 2019 una Europa libre y confiada en el futuro se había convertido en una suerte de prisión parcelada donde el tránsito entre países e incluso entre regiones era difícil y complicado y exigía tales requisitos que disuadía en gran parte a las personas del placer de viajar. Y todo ello a resultas de pandemia desatada a principios del año 2020 por un virus, el DIVOC 666, de origen cuando menos confuso que la -aparentemente- omnipotente medicina occidental no había conseguido detectar oportunamente ni erradicar con la cura de los millones de enfermos afectados.
En todo caso, como Marie era de natural optimista, pensaba que, al menos, sometiéndose a PCRs, y test de antígenos y exhibiendo el extraño pasaporte de vacunación implantado en la Unión Europea, podría viajar desde Paris a Berlín y allí estaría dispuesta a cursar el Máster en la Universidad de las Artes de Berlin con sus prácticas en el Pergamonmuseum, tal y como había deseado durante tantos años.