“No te sorprenda que en el mar de la vida te sacudan fuertes tempestades, pues nuestro destino supremo es disgustar a los peores que, pese a ser legión, merecen nuestro desprecio, porque ningún guía los dirige; están a merced del error y el delirio, que los arrastra al azar”.
Boecio
Consuelo de la filosofía
Exceso de oferta: Demasiados infamas e infamos que retratar
Cuando, en la entrada dominical de este diario del pasado 26 de junio, dábamos cuenta de la solemne inauguración del Infamiódromo de Maracas con la glosa de la vida ejemplar –en su infamia- del mayor de los muchos infames e infamas que pueblan nuestro país, el vicepresidente del gobierno de Genomia, Paulus I El Liberticida (antes Catedralicius, y antes aún Eclesiae); no sospechábamos que la cantidad y calidad de personajas y personajos infamas e infamos que pueblan nuestro país nos obligarÍa a multiplicar esta galería de infames con más rapidez de la que nuestra pluma –con perdón- puede abarcar. Pero la realidad manda y, después, debimos inaugurar este mes de julio con el pérfido General Trueno. Pues bien, la realidad es la que manda y, antes de lo esperado y muy a nuestro pesar, debemos volver a dibujar más vidas infamantes que se manifiestan día tras día en Genomia.
Es más, nuestro problema de exceso de oferta de personajas y personajos infamas e infamos a retratar no deriva únicamente de sus propias personalidades, sino de su incansable actividad infamante y nauseabunda que, por ejemplo, nos reclamará que, en breve, debamos volver a las aventuras telefónicas de Paulus I El Liberticida.
El infame ROBOCOP
Y, por derecho propio, comparece ahora otro gladiador de la infamia. Se trata de Eufrasio Equineche, prototipo de ciborg móvil de luchador iberoamericano por la libertad y la justicia social –salvo la de su asistente- y Jefe de protocolo del gabinete del vicepresidente del gobierno de Genomia, Paulus I El Liberticida (antes Catedralicius, y antes aún Eclesiae).
Y la hazaña que le hace merecedor del título del infame ROBOCOP es un grave y reciente problema de visión que le ha impedido apreciar la agresión a una política por parte de un grupo de valientes luchadores pétreos por la libertad. Jóvenes y jóvenas valerosos y valerosas de Genomia del Norte que acostumbran a expresar sus discrepancias de opinión política lanzando piedras u otros objetos contundentes que, llegado el caso, pueden alcanzar niveles de explosividad revolucionaria.
Lo cierto es que, gracias a los problemas de visión mentados, el infame ROBOCOP encontró un empleo –a tiempo parcial y compatible con sus altas responsabilidades políticas- como valorador de riesgos en la aseguradora “La Infamante Hispánica”. En concreto, se dedica a gestionar riesgos personales, especialmente falsas agresiones mediante el lanzamiento de riadas de kétchup.
Desgraciadamente, el infame ROBOCOP ha sufrido, en los últimos días, un grave accidente cuando unos fachas desaprensivos colocaron un cohete de propulsión en la parte trasera de su mítico vehículo. Desde entonces, nada se sabe de él, aunque circulan rumores de que se le vio pasar atravesando el Océano Atlántico camino de la hermosa ciudad de Rosario, en Argentina, rodeado de pancartas de sus compañeras y compañeros del partido Extorsionemos que decían: “Vuelve pronto, ROBOCOP, te echaremos de menos (aunque no te precipites en tu regreso triunfal)”.
Y, el que tenga oídos, que entienda.
Seguiremos con la saga (si “Podemos»)