Firma autorizada (que no invitada): Juan Little Savior
Salpicón de mariscos (no sindical)
Como soy el “encargado” de que la sanidad resplandezca en Genomia –con un éxito perfectamente descriptible- y siento cierta envidia sana de las “charlas junto a la radio” con las que cada sábado nos obsequia el líder Petrus I El Iluminado; he decido hacer algunas apariciones puntuales –esto es, en hora- en este Diario para abordar algunas cuestiones de interés público que nos depara cada semana del confinamiento que dirijo.
Por lo anterior, debo comenzar esta entrada aclarando a las amablas lectoras y a los amablos lectoros que esto no es la carta de una jornada de lucha heroica de nuestros valerosos líderes sindicales, tan dados ellos al salpicón de mariscos, a las mariscadas completas, a las cañitas del 1 de mayo y a otras justas recompensas –con cargo a los cursos de formación, los ERES, los ERTES, etc.- a sus desvelos por el pueblo trabajador.
Corrupciones criminales
La primera historia asombrosa me afecta directamente porque ha acaecido en un radio de aproximadamente 60 km. de la hermosa localidad del Noreste de Genomia de la que he sido alcalde. Porque cabe calificar no solo de asombrosa, sino incluso de paranormal la concentración de contratos de importación de material sanitario (mascarillas y guantes Fu Manchu e hidro-alcoholes Bruce Lee) por importe de unos mil millones de euros en 6 empresas con sedes radicadas en mercadillos y gestores con un amplio historial delictivo. Pero lo paranormal comienza a ser no solo normal, sino chabacano e incluso delictivo cuando descubrimos que en esas importaciones defectuosas –responsables de tantas muertes- actuó como intermediario nuestro viejo amigo el conocido empresario Paquito el Chocolatero (también llamado el Dadivoso) que repartía comisiones de éxito a conocidos políticos no solo del partido del líder aparente de Genomia sino también a políticas del partido del lider progresista real.
Maldiciones recíprocas
La segunda historia entra directamente en el mundo de lo paranormal ya que se trata de las maldiciones –que no bendiciones- recíprocas que han intercambiado esta misma semana Paulus I El Liberticida y el magister -también llamado en ocasiones Mr. Macho Cabrío- de una conocida secta satánica. El fenómeno comenzó cuando el magister de la secta remitió una carta ligeramente aduladora al político en busca, quizás, de las subvenciones públicas del programa gubernamental de Malestar Social 2666 que dirige el político. Estamos esperando a conocer la respuesta del político a tanta maldición obsequiosa y desinteresada.
Un grupo de sabios para combatir la pandemia del DIVOC 666
La tercera historia entra dentro del “top secret”, del que puedo desvelar algún dato porque no se olviden que soy, ni más ni menos, que Juan Little Savior, el “encargado” de que la sanidad resplandezca en Genomia. Pues bien, frente a las insidias que están difundiendo estos días por las redes los facciosos, dejo constancia de que el grupo de sabios que me esta asistiendo para combatir la pandemia del DIVOC 666 proceden en su mayoría del prestigioso Instituto de la Fábrica (IFA) –famoso por sus Masters carísimos tetralingues y por albergar el conocido Master en Sostenibilidad Globalizada Progresista que dirige una parienta cercana del líder- de forma por completo casual. Afirmo asimismo –sin poder revelar sus identidades por ser secreto de Estado- que su completa falta de conocimientos médicos –y de todo tipo (ya se sabe que la ignorancia tiene una ventaja esencial frente al conocimiento porque la primera abarca todos los saberes)- no empece las suculentas remuneraciones que perciben por la valiosísima ayuda prestada.
Una hermosa fábula pastoril
Y voy a acabar esta entrada con una hermosa fábula pastoril que alimente los espíritus de progreso: Érase una vez una pastorcilla (bien pudiera ser la indómita periodista progresista Dana Rotsap de la cadena sectaria 666 Te Vé) de un rebaño de ganado lanar (bien pudiera ser el muy noble y esforzado pueblo de Genomia después del estado de pánico reiterado) quien, al ver que el rebaño salía del aprisco en el que había estado confinado ya en sazón para salir a la pradera y pastar mansamente las hierbecillas y el forraje que los ganaderos (bien pudieran ser Petrus I El Iluminado y Paulus I El Liberticida) le suministraban, volvió a encerrarlo en un establo que era, esta vez sí, más amplio.
Y, el que tenga oídos, que entienda.