EL RINCÓN DEL INDIGNADO

FIRMA INVITADA: VICTOR COSTAS

La Asociación de Indignadas e Indignados Negadores de la Nueva Opresión (ASIINNO) cumple la palabra dada

Ponía punto final a mi entrada de ayer con mi compromiso -como Presidente que soy de la Asociación de Indignadas e Indignados Negadores de la Nueva Opresión (ASIINNO)- de colgar esta mañana -siempre que contara con el permiso del anfitrión de este blog- una primera entrada con el título: “Un modesto regalo a los bancos y las operadoras de móviles con ocasión del Día de los Santos Niños Inocentes de 2019”. Pues bien, gracias a la generosidad y a la sabiduría de Javier Fernandez Alén (al que nuevamente comprenderán Ustedes que he de adular un poco) comparezco para cumplir no solo mi palabra sino también la de la ASIINNO que presido y no hacer de la post-verdad (esto es, de la mentira) virtud. En un gesto que, debiendo ser natural en sociedades éticamente decentes, se convierte en heroico en estos tiempos de la ignominia que habitamos. Procedo a exponer los dos cuentos -no infantiles, sino casi seniles- respetando la condición del anfitrión (otro gesto heroico) de abordar los relatos ejemplares con -buen- humor.

Un modesto regalo a los bancos y las operadoras de móviles con ocasión del Día de los Santos Niños Inocentes de 2019

No podíamos dejar pasar la señalada festividad de -con perdón para los progresistas- los Santos Niños Inocentes de 2019 del sábado pasado sin entregar un modesto óbolo a las grandes empresas en las que, por cierto, acaban prestando sus valiosísimos servicios tantas políticas y políticos centrifugados por las puertas giratorias a las que se refería la entrada de este blog del pasado día 26 de los corrientes.  

Y, dado que no podemos felicitar a todas las grandes empresas que hacen nuestra vida cada vez más placentera, nos vemos obligados a seleccionar a las más destacadas en su natural actividad filantrópica. Y, de entre ellas, los bancos y las operadoras de móviles merecen, por méritos propios, recibir este galardón que adopta, como es usual, la forma de relato ejemplar, al modo cervantino.

El extraño caso del intento de apertura de una cuenta bancaria por Inocencio

Inocencio es un ciudadano de inteligencia, cultura y patrimonio modestos. En definitiva, forma parte de la pérfida clase media que espera, en estos días, con enorme ilusión, la formación de un nuevo gobierno cuyas miembras y miembros parece que tendrán a bien intensificar el reparto progresista de la riqueza mediante el siempre expeditivo método de la subida de los impuestos personales. Subida que, casualmente, siempre afecta a quienes tienen controlados sus ingresos por proceder de su trabajo por cuenta ajena y nunca afecta a las familias pudientes ni, por supuesto, a las políticas y los políticos, tan aficionadas ellas y ellos últimamente a establecer estructuras de optimización fiscal que ponga sus bienes e ingresos -como se decía en el extinto servicio militar- “fuera de las vistas del enemigo” que, en este caso, es Hacienda.

Pues bien, Inocencio tuvo la infeliz idea de dirigirse al Banco del Mar del Norte para aperturar una cuenta en la que depositar unas pocas acciones del mismo Banco que le había dejado en herencia su madre fallecida. Y decimos que aquella idea, a pesar de ser fruto de la necesidad, no fue feliz porque, para abrirla, debió demostrar que tenía empleo fijo, buena conducta, falta de vicios aparentes, escasa afición el delito, etc., etc. Y, a pesar de aportar cuantos documentos acreditativos se le exigieron -generando un expediente de apreciable grosor- fue objeto de examen personalizado -con interrogatorios exhaustivos y toma de muestras de su ADN y de sus huellas dactilares- por parte de la asesoría jurídica y la auditoría interna del Banco del Mar del Norte.

Pero lo que indignó a Inocencio -y le indujo a adherisse como asociado a la ASIINNO- fue comprobar cómo el “vía crucis” que tuvo que atravesar para abrir una modesta cuenta bancaria no se le exigía a los clientes de banca privada, también llamada “banca paradisiaca” no solo por sus confortables y lujosas instalaciones sino, sobre todo, por el uso intensivo de paraísos fiscales.

La ruina de Inocencio por una factura erróneamente cargada por su compañía de telefonía móvil

Desgraciadamente, el idilio de nuestro amigo a Inocencio con las empresas punteras que nos circundan ofreciéndonos servicios imprescindibles no acabó con al episodio relatado, sino que se extiende con la Operadora Móvil de las Estrellas.

Un buen día Inocencio recibió un cargo en cuenta de 1.000 euros por llamadas desde un país exótico -que le hubiera gustado conocer- desde y a un teléfono desconocido. Como es natural, Inocencio intento contactar con el servicio de atención al cliente de la Compañía, denominado -como el famoso bolero- “contigo en la distancia”. Y decimos que lo intentó porque paso varios días tratando de explicar el error manifiesto padecido a diferentes operadores y operadoras ubicados en diferentes extremos del Desierto del Sahara que, con gran amabilidad y variedad de acentos, le remitían de uno a otro servicio anexo, con las esperas consiguientes.

Tanta fue la espera de Inocencio colgado al móvil intentando contactar con el servicio “contigo en la distancia” de la Operadora Móvil de las Estrellas que se produjeron dos efectos lamentables: para su salud, una tromboflebitis por la inmovilidad forzada del brazo derecho y una pérdida notable de audición. Para su hacienda, un nuevo cargo en cuenta abultado e inexplicable que le llevo a reiniciar el suplicio kafkiano descrito.

De modo tal que este cuento acabo muy malamente con Inocencio inscrito en el registro de morosos, ingresado en el departamento de psiquiatría circulatoria del Hospital Universitario “Esto es la Guerra” y arruinado por completo.

NOTA FINAL Y MORALEJA: Lamentablemente, todo parecido de estos relatos con la realidad NO es pura coincidencia.