La operación de infiltración de Keira Miller en el equipo de expertos de Biometrics requería una primera reunión entre la agente Cooper, Francesco Capreli y la propia Keira. Y el encuentro se celebró en una cena ante un plato de langosta de Boston en el Legal Sea Foods donde el cruce de las miradas de Keira y de Francesco anunciaba el nacimiento de un sentimiento hasta entonces dormido en ambos.
En todo caso, la primera vez que Keira Miller se acercó al laboratorio de Biometrics para integrar el equipo de expertos que investigaba la vacuna contra el DIVOC 666 fue sometida a un interrogatorio de “tercer grado” por el Doctor Johnson quien, si bien conocía –por medio de la agente Cooper del FBI- que aquella incorporación respondía al interés de seguridad nacional, no estaba dispuesto a aceptar, dentro de su equipo y en la fase final de la búsqueda de la vacuna contra el DIVOC 66, la presencia de una aficionada. La entrevista resultó satisfactoria y Keira Miller se incorporó al equipo.
Mientras tanto, el equipo del FBI comandado por la agente Cooper, gracias al cruce de informaciones obtenidas en la red del laboratorio clandestino, International Trade Inc. dirigido en la sombra por el Doctor Shaoran y de los correos electrónicos con la información recabada de Biometrics que se remitían al Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la Universidad Pública de Senlin, comenzó a dibujar un cuadro más preciso de la situación que le llevó a vigilar con mayor intensidad tanto al propio Doctor Shaoran como a su discípulo infiltrado en Biometrics, Mark Sneider.
En paralelo, la tensión crecía en el bando oriental y se propagaba como en las fichas de dominó porque el nerviosismo del Comité Supremo del Glorioso Ejército Revolucionario ante la falta de resultados en la búsqueda de la vacuna contra el DIVOC 666 se traducía en llamadas cada vez más frecuentes al General Sima. Este, en su condición de director del Departamento de guerra bacteriológica y química del Ministerio de defensa trasladaba estas demandas de resultados a su hijo, el Doctor Shaoran, quien, a su vez, presionaba a Sneider para que le proporcionara avances productivos en la información sustraída de Biometrics. Todo ello agravado dramáticamente porque la mafia oriental de Boston veía como se alejaba en un futuro imperfecto la recompensa pactada con el Doctor Shaoran por el “apoyo logístico” a la operación de espionaje.
El nerviosismo alimentado por la tensión acumulada llevó a que Sneider cometiera un grave error que le costaría la vida. Así, uno de los días en que el coche negro de la mafia oriental de Boston le recogía tras su salida de Biometrics olvidó las precauciones para evitar ser descubierto por el FBI que, desde entonces, interceptó todas sus comunicaciones hasta el punto de impedir su labor de información. De esta manera, se convirtió en un ”juguete roto” para el Doctor Shaoran quien no sólo percibió que era inútil, sino que también era un factor de riesgo evidente de que su red de espionaje de la vacuna del DIVOC 666 fuera descubierta por el FBI. Y, así, una mañana, el cadáver de Mark Sneider apareció tirado en los muelles de Boston.
Entonces, Shaoran comprendió que su misión de espionaje estaba abocada al fracaso, que su detención por el FBI era inminente y, lo que era peor, que su vida corría un serio peligro ante la frustración de la mafia oriental de Boston. Así que una noche metió unas pocas prendas de vestir y su ordenador en una maleta y salió de Harvard conduciendo su automóvil hacia la frontera del Canadá, llegó a Montreal y tomó un vuelo que le devolvió al aeropuerto de Hú.
Nada más aterrizar, llamó a su padre el General Sima, en busca de la ayuda paterna que sabía imprescindible porque sus problemas derivados del fracaso de su operación de espionaje solo habían comenzado a producirse. Además, en el vuelo de regreso comenzó a notar unas dificultades respiratorias que, como él sabía mejor que nadie, eran los primeros síntomas de infección por el DIVOC 666 cuyo desarrollo no podía determinar.
En esta situación dramática se produjo la reunión paterno filial en la que el Doctor Shaoran pudo comprobar que las convicciones revolucionarias de su padre, el General Sima eran profundas y su adhesión al Partido inquebrantable cuando le exigió una declaración pública de culpabilidad en el mejor estilo de las purgas de la época de Mao o de Stalin. Y así fue como el mundialmente famoso Doctor Shaoran apareció en las televisiones públicas y en los programas de radio de la Provincia de Senlin confesando que el diseño del virus DIVOC 666 había sido una iniciativa exclusivamente personal, que era el único responsable de los fallos de seguridad que llevaron al descontrol fatal del virus en forma de pandemia global y el cerebro que estaba detrás de la operación frustrada de espionaje de su vacuna. La manifestación acababa con una petición de humilde perdón al pueblo de Senlin representado por el Comité Supremo del Glorioso Ejército Revolucionario cuyos miembros le observaban, junto a su padre, el General Sima, con sus rostros severos, al tiempo que impasibles; en una escena que haría palidecer de envidia a la misma Inquisición.
El rastro del desventurado Doctor Shaoran se perdió tras salir de la grabación del programa y las últimas noticias lo situaban en la UCI del hospital de Hú donde falleció víctima de una neumonía bilateral que curso en fallo multiorgánico; como la doctora Giulia Capreli en un guiño de justicia poética del destino.
Mientras tanto, Francesco logró regresar a Milán en el último vuelo desde Boston, antes de que la extensión en Italia de la pandemia del DIVOC 666 cerrara los aeropuertos. Y, durante el vuelo, experimento la sensación agridulce de haber descubierto la causa de la muerte de su hermana Giulia, por una parte; y, por otra, dejar en Boston a quien podría haber sido, en otro tiempo, su alma gemela, Keira Miller.
Epílogo: la conspiración de los poderosos
Un estudio del Centro de Investigaciones Epidemiológicas Ashira Goldstein de Tel Aviv en Israel publicado a los diez años del final de la famosa pandemia del DIVOC 666 llegó a las siguientes conclusiones:
1ª. El virus fue un proyecto de arma de guerra biológica generado en el Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la Universidad Pública de Senlin que dirigía el Doctor Shaoran; que estaba adscrito al Departamento de guerra bacteriológica y química del Ministerio de defensa, comandado por su padre, el General Sima quien, a su vez, reportó todas su actuaciones al Comité Supremo del Glorioso Ejército Revolucionario.
2ª Que dicho proyecto resultó parcialmente fallido porque algunos defectos de seguridad propiciaron el descontrol del virus, causando una pandemia en todo el orbe con la muerte a millones de personas.
3ª. Que el fracaso del proyecto fue parcial en términos de un análisis coste/beneficio para las clases dirigentes porque:
a) El país creador del DIVOC 666 se benefició de un predominio en el comercio mundial gracias a la paralización y el desmantelamiento de las estructuras productivas del resto de países.
b) Los políticos de algunos países victimas del DIVOC 666, como Genomia, vieron en la pandemia la ocasión propicia para instaurar nuevos regímenes populistas que perviven en la actualidad sobre los escombros de la pobreza de la población que vive agradecida por las pagas y rentas de supervivencia de las que disfrutan, mecida por medios de comunicación enriquecidos y obedientes y reprimida, cuando corresponde, por fuerzas de seguridad leales al poder progresista establecido.
La memoria y la dignidad de todos cuantos nos han abandonado y nos abandonarán en esta pandemia nos interpelan para intentar buscar la verdad
FIN
Acabado de escribir en Madrid, el domingo 31 de mayo de 2020.
A Nieves, una vez más, sin cuya portentosa imaginación y su infinita paciencia, nunca podría haber escrito esta historia ni ninguna otra.