Más allá del arco iris. Capítulo 3. Regreso a Senlin

Pocas horas antes de realizar la llamada a Montefioralle. que tanto preocupó al Doctor Costi, Francesco Capreli había aterrizado en el aeropuerto de Hú, capital de la provincia de Senlin, tras un largo e incómodo viaje que le llevó desde el aeropuerto de Milan-Malpensa, hasta Frankfurt y, de ahí, a su destino final. Nada más aterrizar, le sorprendieron las medidas excepcionales de seguridad sanitaria a las que fué sometido él y todo el pasaje: control de temperatura, desinfección de manos, exigencia de mascarillas y otras similares. A pesar de que no era la primera vez en la que, por motivos de trabajo, Francesco viajaba al país oriental, le preocuparon las medidas sanitarias excepcionales que observó en la capital Hu y en el hotel donde se alojó y que eran propias de una lucha contra una pandemia vírica. El absoluto hermetismo del taxista que le llevó desde el aeropuerto a su hotel -disimulado en forma de falsa incomprensión del inglés básico- ante sus preguntas sobre la situación en Senlin; no contribuyó a tranquilizar el ánimo de Francesco.   

Le sorprendió, también, el aviso que había remitido a su móvil el Doctor Shaoran ofreciéndole mil disculpas por no poder recibirle debido a un viaje urgente que debía realizar a la Universidad de Harvard. En todo caso, le había dejado las señas del conserje de la residencia del campus de la Universidad de Senlin en la que había residido su hermana Giulia hasta que fué trasladada al hospital de Hu donde falleció.

Así que, de inmediato, tras acomodarse en el hotel de Senlin, Francesco se dirigió a la residencia universitaria donde el conserje, Sr. Chen, previamente avisado por el Doctor Shaoran le recibió con la inquietante y tradicional amabilidad y con un inglés primitivo, pero suficiente para entenderse. Tras los saludos obligados, el Sr. Chen le entregó a Francesco varias cajas que contenían las pertenencias que Giulia había dejado en su habitación en el momento en que había sido trasladada en ambulancia al hospital de Hu.

Cuando Francesco le solicitó ver aquella habitación donde había residido su hermana, le indicó que no era posible porque había sido precintada por los servicios de la sanidad pública. Al insistir Francesco en subir a ver la habitación, el Sr. Chen, dando muestras evidentes de preocupación rayana en el terror, se negó a acompañarle.

Ante lo infructuoso de su intento y tras constatar con sus propios ojos que era cierto el aislamiento de la habitación con cintas plásticas que llevaban la inscripción “Infection/Chuánran bing”,  Francesco procedió a una primera revisión de las cajas con sus pertenencias. Tras desechar aquellas que contenían artículos de ropa, Francesco concentró su atención en una caja que parecía contener artículos personales y, en ella, encontró algunos retratos de familia, el recuerdo de su primera comunión con el Santo Patrón de Bérgamo San Alejandro y una miniatura de la Madonna Medici de Miguel Ángel, cuyo original está en la Sacristia Nuova de la Iglesia de San Lorenzo en Florencia, a la que ambos tenían una especial devoción. Emocionado aún con tanto recuerdo de su infancia común, Francesco se tropezó al fondo de la caja con aquella pequeña muñeca que Giulia había ganado en una tómbola y a la que su hermana tenía un especial cariño como recuerdo de la primera salida con su padre a las fiestas de Fiesole. Súbitamente, Francesco recordó que aquella muñeca tenía un mecanismo -por completo excepcional en la época de su infancia- que consistía en su capacidad de grabar y reproducir -de una forma elemental-  la voz humana. Cuando Francesco abrazó la muñeca en recuerdo de su hermana, se activó el altavoz primitivo reproduciendo de manera casi imperceptible la voz de Giulia que decía de manera desordenada y confusa: “Me están matando”.

CONTINUARÁ …