Más allá del arco iris. Capítulo 4. La inquietud de Francesco

La visita de Francesco a la residencia universitaria en la que había vivido su hermana Giulia, el aislamiento del cuarto con la inscripción “Infectión/ Chuánran bing”, la actitud del Sr. Chen y, sobre todo, las palabras que emitió la muñeca parlante de su hermana al reproducir la escueta frase: “Me están matando”; le dejó sumido en un mar de dudas e inquietudes que le llevó, esa misma tarde, a visitar el hospital de Hu donde Giulia había fallecido.

En el recorrido en taxi desde la residencia del campus de la Universidad de Senlin hasta el hospital, volvió a comprobar las medidas excepcionales de seguridad sanitaria que reinaban en la capital. Amparado en su visita por una llamada previa, desde Harvard, del Doctor Shaoran; Francesco fue recibido por la Directora del Hospital, la Doctora Xue quien hizo gala de la amabilidad herméticamente inquietante que era actitud común de todos cuantos había encontrado. En este caso, dado que la Doctora Xue había cursado un master en el Massachusetts General Hospital (MGH) de Boston y, por lo tanto, hablaba un inglés inteligible; no hubo problemas de entendimiento.

Cuando subió a su despacho y le preguntó la razón por la que no se le había realizado a su hermana la autopsia, la Doctora Xue, le explicó que el gran número de fallecidos en la época en que falleció su hermana no lo había permitido, lamentablemente. Aunque añadió, de inmediato y con cierto tono desafiante, que no debería extrañarle la ausencia de esta prueba post-mortem ya que, en los países europeos de los que procedía Francesco, las autoridades sanitarias tampoco habían autorizado las autopsias de infectados por la pandemia, no sólo por el elevadísimo número de fallecidos, sino también por las grandes medidas precisas para practicarlas, a la vista del potencial contagioso del DIVOC 666. A modo de consuelo, le dio la copia del informe y del certificado de fallecimiento que habían conservado en el hospital y que se limitaba a reflejar el día, la hora y las circunstancias en que se había producido el óbito constando como causa: “Sepsis y fallo multi-orgánico por DIVOC 666”.

Con tan parco bagaje bajo el brazo, Francesco regresó al hotel de Hú, hizo su maleta y cogió el primer vuelo de regreso a Milán vía Frankfurt. Dado que el resultado final de su viaje a Senlin fue por completo decepcionante y no solo no disipó su inquietud, sino que la multiplicó exponencialmente; Francesco telefoneo a Stefano Costi para quedar a comer y comentar la situación. Para ello, concertaron un almuerzo en el Restaurante La Dolce Vita de Sirmione, a orillas del lago de Garda, a medio camino entre Milán y Verona.

Allí, Francesco compartió los decepcionantes resultados de su viaje a Senlin y las sospechas sobre las auténticas causas de la muerte de Giulia. A su vez, el Doctor Costi le informó que, desde que Giulia había contactado con él la primera vez, se había puesto a investigar sobre el misterioso virus y, fruto de sus investigaciones, supo datos por completo sorprendentes que habían derrumbado gran parte de la mitología universitaria de su juventud y de su madurez.

Así, por ejemplo, en un diario de información general del 12 de febrero de ese mismo año 2020 leyó que el Gobierno federal de los Estados Unidos había abierto, en los últimos meses, una investigación sobre las fuentes de financiación de las prestigiosas universidades de Harvard y Yale. Y la investigación reveló que ambas habían recibido cientos de millones de dólares de instituciones radicadas en China, Irán, Rusia, Arabia Saudí y Qatar; llegando a financiar departamentos enteros dedicados a la memoria de un mandatario u otro. Según la Casa Blanca, desde 1990 sólo esos cuatro países han financiado universidades norteamericanas con un importe que supera los 6.600 millones de dólares (5.400 millones de euros). Y todo ello sin informar debidamente a las autoridades correspondientes, por lo que el Departamento de Educación envió el 11 de febrero dos cartas a los rectores de ambas universidades solicitando más informaciones sobre pagos, donaciones y regalos de esos países, en su mayoría regímenes autoritarios. Todo ello porque la Ley de 1965 de Educación Superior de EE.UU, obliga a los centros educativos de grado y posgrado a informar al fisco de todas las donaciones por un importe real o estimado superior a los 250.000 dólares.

También le contó el Doctor Costi que le había inquietado especialmente la noticia de que, en el mes de enero, el FBI detuvo al director de la facultad de Química de Harvard por ocultar donaciones millonarias de China. Según la fiscalía, el químico, Charles Lieber, recibió cientos de miles de dólares de una institución educativa china a cambio de permitirle el robo de propiedad intelectual para luego competir en los mercados internacionales con fórmulas idénticas a las estadounidenses (Diario ABC 12.02.2020).

Durante el regreso en automóvil a Milán, Francesco comenzó a madurar un plan que incluía un nuevo viaje en busca de la verdad sobre la muerte de su hermana Giulia que, en esta ocasión, le debía llevar a la Universidad de Harvard. Y ello porque dicha Universidad era el punto de conexión entre su hermana Giulia y el que empezaba a ser enigmático y escurridizo Doctor Shaoran, al ser allí donde le hizo la jugosa oferta de trabajo que finalmente le conduciría a la muerte. Además, las continuas visitas del Doctor Shaoran a la Universidad de Harvard y al MIT y las sospechosas conexiones internacionales reveladas por la prensa invitaban a intentar conocer, sobre el terreno, las investigaciones epidemiológicas que allí se realizaban y en las que, en su día, participó su hermana fallecida.

CONTINUARÁ …