Un Nuevo Orden Mundial (NOM) (5)

La visita al mercado de animales de Senlin

Una vez transcurrida la primera semana de su nuevo trabajo en el Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la universidad pública de Senlin, llegó el fin de semana y la Doctora Capreli quiso visitar el famoso mercado de animales de la provincia, ubicado en el corazón de un barrio populoso de su capital Hu.

La idea surgió en una conversación que mantuvo con su ayudante, la Doctora Ouyang, quien, en un momento de conversación desenfadada, relajó su hermetismo para comentarle que su padre regentaba un puesto de venta de crías de lobo y perros en el mercado de animales de Senlin, en el que se vendían otras especies cuyas vísceras eran enormemente apreciadas en la medicina tradicional naturista de su país. Su interés innato por la biología animó a la Doctora Capreli a programar la visita.

Y así, a las 8 de la mañana del domingo, siempre contando con el permiso escrito del Doctor Shaoran, el inquietantemente amable Sr.Zhang le esperaba con el vehículo de servicio a la puerta de su casa para dirigirse, tras recoger en su casa a la Doctora Ouyang, al famoso mercado de animales de la provincia de Senlin.

La llegada al mercado fue impresionante en sentido propio porque dejó sin palabras a la Doctora Capreli al contemplar cómo, en un gran edifico de dos plantas, se extendían cientos de puestos de venta de animales vivos y no precisamente para servir de mascotas, sino de comida. Allí pudo ver las tiendas de venta de serpientes, cocodrilos, puercoespines, civetas, ratas de bambú y pavos reales hasta llegar a la sección canina, en la que se encontraba la tienda del padre de la Doctora Ouyang, especializada en la venta de crías de lobo y perros. Después de saludar ambas al padre de la Doctora Ouyang y a los perrillos que les contemplaban desde sus jaulas con unos ojos que presentían su destino, se dirigieron a tomar un té a uno de los muchos puestos que salpicaban el mercado.

Una vez allí, la Doctora Ouyang le explicó discretamente a la Doctora Capreli que, además de las especies visibles, había un mercado clandestino de pangolines, cuya carne, una vez curada, tenía un sabor semejante al jamón serrano español o al prosciuto italiano y cuyas escamas, huesos y órganos internos eran particularmente apreciados para preparar remedios de la medicina tradicional asiática. La prohibición de venta de dicha delicia culinaria obedecía a que las secuencias del genoma de un virus localizado hace varios años en el pangolín coincidían en un 99% con las del genoma del virus que habitaba en varios pacientes que estuvieron aquejados de una gripe misteriosa que acabó con sus vidas. Lo que llevó a sospechar que el pangolín pudo haber servido de reservorio (esto es, de animal portador del virus que, sin sufrir la enfermedad, es capaz der transmitirlo a otras especies) para expandir como enfermedad zootónica la gripe misteriosa que acabó con la vida de cientos de personas.

La interesante jornada acabo con una discusión en la que la Doctora Capreli mostró delicadamente a la Doctora Ouyang la repugnancia que le había provocado la visión de los animales en venta para su consumo y, especialmente, de los cachorritos de perro que tienen un uso cualitativamente diferente en los países occidentales en donde se convierten en queridos animales de compañía y en los mejores amigos del ser humano y no precisamente por el procedimiento de ósmosis o incorporación carnal. A lo que la Doctora Ouyang rebatió, en tono igualmente amable y civilizado, que se trataba de una diferencia cultural y que no veía mayor crueldad en sacrificar un cachorrito de perro para incrementar la dosis de proteínas de un ser humano que llegar a ese mismo resultado sacrificando a un ternerillo, cuya mirada, cuando se dirige al matadero, resulta, cuando menos, igualmente enternecedora. Y el animado y amistoso debate acabo cuando la Doctora Ouyang reclamó a la Doctora Capreli que respetase las tradiciones culturales del país que le albergaba, le alimentaba y le permitía investigar con unos medios que su añorada Italia natal no le había conseguido proporcionar.  

CONTINUARÁ …