El viaje
Las sospechas y la inquietud de la Doctora Capreli por la verdadera finalidad del panóptico y del tipo de investigaciones que en él se realizaban se vieron súbitamente incrementadas cuando, un buen día, al leer las noticias en la red, vio el siguiente titular:
“Detenido un científico de Harvard acusado de trabajar en secreto para China
Charles Lieber, experto en nanotecnología, recibía 50.000 dólares al mes y otros 150.000 al año del Gobierno chino a la vez que utilizaba fondos de la universidad estadounidense
La noticia seguía diciendo:
El investigador de la Universidad de Harvard Charles Lieber ha sido detenido este martes acusado de mentir sobre sus vínculos con el gobierno chino, que financió con cientos de miles de dólares sus investigaciones en el campo de la nanotecnología. Junto a Lieber han sido arrestados otros dos científicos chinos pertenecientes a la Universidad de Boston. Los cargos son parte de un potente esfuerzo por parte de las autoridades estadounidenses para bloquear lo que aseguran que se trata de una estrategia agresiva del gigante asiático para retrasar los avances científicos y tecnológicos de EE.UU.
Los fiscales acusan a Lieber, director del Departamento de Química y Biología Química de la Universidad de Harvard y eminencia en el campo de la electrónica a escala nanométrica, por su participación en el «Thousand Talents Program» (traducido al español sería algo así como «Programa de los Mil Talentos»), cuyo objetivo es atraer a especialistas en investigación que trabajan en el extranjero. Así, el científico estuvo unido a Harvard desde 1991 hasta 2017. Sin embargo, en 2013 comenzó a trabajar para la Universidad de Tecnología de Wuhan (China), mintiendo sobre su participación en el programa chino de reclutamiento de científicos extranjeros” (DIARIO ABC.).
La lectura de esta noticia hizo que muchas piezas comenzaran a encajar en el puzzle mental de la Doctora Capreli. De modo tal que adquiría sentido la transformación de la geografía humana del campus de Harvard que había ido percibiendo en los últimos años de su estancia allí. Cuando la población juvenil mayoritariamente india que poblaba sus jardines y colegios mayores al principio de la década de los años 2000 se vio lentamente sustituida y desplazada por jóvenes orientales que, a partir de la segunda década del siglo XXI, invadieron el campus y, lo que es peor, sus familias, en excursiones ordenadas y obedientes, bruñían el pie izquierdo de la famosa estatua de John Harvard con la misma esperanza de regresar que mueve a los turistas a meter una moneda en la boca del Porchellino del mercado de Florencia. En definitiva, lamentable.
Y, lo que fue más inquietante aún, comenzó a tomar un cariz altamente sospechoso la misma oferta de trabajo que tan generosamente le había hecho del Doctor Shaoran para que se incorporara al Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la universidad pública de Senlin en donde ahora prestaba sus servicios.
Las sospechas alcanzaron su cenit cuando el Doctor Shaoran le comunicó a la Doctora Capreli que, en unos días, partiría hacia la Universidad de Harvard para dar un ciclo de conferencias sobre epidemiología y para firmar un acuerdo de colaboración sobre robótica y biotecnología molecular entre la universidad pública de Senlin, como financiadora, y la prestigiosa universidad norteamericana, siempre tan bien dispuesta a recibir fondos para financiar sus costosísimas instalaciones.
Cuando el Doctor Shaoran partió hacia la Universidad de Harvard, la curiosidad (¡maldita curiosidad!) de la Doctora Capreli le llevo a sustraer la tarjeta de identificación del Doctor Shaoran que había visto depositada en un cajón de su escritorio en la planta baja de la casa que habitada como huésped. Y, dado que aquella tarjeta permitía desplazarse por todo el edificio del panóptico, una tarde tranquila aprovecho su nuevo y furtivo salvoconducto para desplazarse al sector 4 donde contempló algunos experimentos que le helaron la sangre. Así vio cómo, a través de los robots, los pacientes de la sala 0, recibían dosis masivas de un virus denominado DIVOC 666 que de inmediato trajo a la memoria el documento rotulado con el nombre de Pandemia-DIVOC 666 que había visto depositado, unos días antes, sobre la mesa del escritorio del Doctor Shaoran en la planta baja de su casa. De lo que no se percató la Doctora Capreli es de que del mismo modo que ella vio, fue vista y grabada por las cámaras de seguridad del edificio.
Ese hallazgo le incitó a comunicar al Doctor Shaoran, cuando este regresó de su viaje de Harvard, que era llegada la hora de buscar un pequeño apartamento en el campus de la Universidad de Senlin para dejar de abusar de su hospitalidad y la de su amable familia. El Doctor Shaoran comprendió perfectamente que la intimidad de la Doctora Capreli justificaba la mudanza. Y, así, partió hacia el apartamento que le habían buscado, no sin antes hacerse con sendas copias del documento Pandemia-DIVOC 666 y del InformeUn Nuevo Orden Mundial (NOM) que había visto depositado sobre la mesa de trabajo del General Sima.
Unos días después de producirse su mudanza al apartamento del campus de la Universidad de Senlin, la Doctora Capreli preciso de los servicios de un operario para ajustar el sistema eléctrico. Tras comunicárselo a la oficina de administración de apartamentos y colegios mayores, de inmediato le enviaron al Sr. Zhuge quien, con gran rapidez y eficiencia, le dejo el sistema eléctrico de su apartamento en condiciones óptimas de uso. Durante el tiempo que permaneció el Sr. Zhuge en el apartamento, la Doctora Capreli le ofreció un té que le permitió cambiar impresiones sobre su vida. Entonces, con gran satisfacción y un punto de legítimo orgullo, el Sr. Zhuge le relató cómo, gracias a haberse sometido voluntariamente a los experimentos del sector 4 del panóptico, había logrado su reclasificación desde la categoría D a la categoría C dentro del sistema de “rating” humano que con tanto detalle le describió al Doctor Shaoran a la Doctora Capreli a los pocos días de su llegada. Y, así, con un leve ataque de tos seca, se despidió el Sr. Zhuge de la Doctora Capreli
En pleno invierno, la Doctora Capreli recibió con enorme alegría un correo electrónico de su colega en Verona, el Doctor Stefano Costi en el que le decía:
Querida Giulia:
Creo que tus inquietudes y sospechas sobre el uso del Departamento de epidemiología y biotecnología molecular de la universidad pública de Senlin para alimentar proyectos de guerra biológica, a través de experimentos inhumanos; así como los proyectos de modificación del genoma de un virus semejante a la gripe común con un propósito geopolítico están por completo injustificados y obedecen a la combinación de tu curiosidad, de tu fantasía y del aislamiento en el que vives confinada, rodeada de genta tan amable como impermeable.
En todo caso, para tranquilizar tu ánimo, he buscado un experto en lenguaje oriental que domine, además, los lenguajes informáticos algorítmicos. Pues bien, cuando estaba a punto de “tirar la toalla” ante la dificultad de tu encargo, lo encontré entre mis alumnos de doctorado en la persona de Paola Zhao, una joven brillante de madre italiana y padre oriental que podría intentar desencriptar los informes que me remitieras.
NI que decir tiene que le falto tiempo a la Doctora Capreli para remitirle al el Doctor Stefano Costi las copias del documento Pandemia-DIVOC 666 y del InformeUn Nuevo Orden Mundial (NOM) a través del correo de la Universidad de Senlin que, naturalmente, estaba intervenido por las autoridades académicas.
CONTINUARÁ …