Cuentos fantásticos de ecología infantil

FIRMA INVITADA: ANGEL SANTOVERDE

Les recuerdo que soy -ni más ni menos- que presidente del Partido por la Dignidad Animal, Vegetal y Mineral (PADAVEM) de Genomia y que, en mi condición de líder político, abandero toda iniciativa tendente a la expansión del progreso ecológico, especialmente cuando se convierte en conferencia, libro, artículo, foto, pancarta, grito o cualquier otra expresión artística, política o religiosa que pueda redundar en el progreso de los guarismos de mi cuenta corriente bancaria o la de mis innumerables familiaras y familiares y amigas y amigos. Dentro de este activismo éticamente consciente se enmarcan dos iniciativas que he tenido esta última semana y de las que seguidamente doy cuenta sintética.

¡Que viene Grata!

Conocedor del viaje orbital que estaba realizando una jovencísima activista nórdica contraria al cambio climático, de nombre Grata  Full (traducida al español como Grata Plena, nombre con evocaciones místicas adecuadas al fervor cuasi-religioso que despertaba la niña, aún cuando haya malpensados que dan a la expresión «full» la connotación del lenguaje marginal de «chungo»);  me apresuré a invitarle a venir a dar una conferencia con cargo a los fondos que el PADAVEM obtiene de las subvenciones progresistas del Gobierno de Genomia.

Dicho y hecho, tras aceptar la invitación cursada, Grata Full me comunicó las condiciones de su desplazamiento: debía llegar a la capital de Genomia en una barca de remeros a la que aguardaran un mínimo de 200 periodistas gráficos y ágrafos de la prensa local, nacional e internacional. Tan original medio de transporte serviría para enfatizar su oposición frontal a todo tipo de combustible fósil y contaminante. Desgraciadamente, el acompañamiento de la barca de remos por un equipo de filmación completo integrado por dos camiones de gran tonelaje durante los 50 últimos kilómetros del río que desemboca en la capital contaminó ligeramente las riberas fluviales, amén de los destrozos causados.

Pero, en fin, todo fuera por recibir a una figura del prestigio internacional, progresista y ecologista como Grata Full en el auditorio de nuestra capital. Su intervención  no defraudo en absoluto -es más, supero con creces- las expectativas que en ella tenía depositadas el PADAVEM y yo mismo, como su presidente progresista. Con un tono propio del Savonarola de la Florencia medieval, anunció la extinción de la vida en la tierra, culpabilizó a todo el Occidente -que nunca al Oriente- corrupto que malgastaba los recursos naturales, a diferencia de las dictaduras de los países subdesarrollados que respetan tanto aquellos recursos que sus poblaciones “de a pie” sufren tremendas hambrunas que, por cierto, combaten la plaga de la superpoblación por el expeditivo, contundente y progresista método de la eliminación física de las parsonas. 

Pero, sin duda, lo más interesante de la visita de Grata Full fueron sus efectos paradójicos sobre la población infantil porque, por una parte, el visionado continuo y masivo de su inolvidable charla sembró el terror entre las niñas y niños de toda especie -tanto progresistas y conservadoras como progresistos y conservadores- hasta el punto de provocar una oleada incontenible de pesadillas infantiles. Pero, como en la vida no hay mal que por bien no venga, las progenitora y los progenitores A, B o C aprovecharon la oleada para estimular a las infantas e infantes inapetentes al grito -o mero susurro- de ¡Que viene Grata!. Y así se logro una mejora notable en la dieta infantil de Genomia.

¡Te estas comiendo un cerdito!

Pero, dado que una vez que vimos -con lágrimas en los ojos-  alejarse a la adorable -al tiempo que inocente- Grata Full por el río en la barca de remeros; caímos en la cuenta de que los fondos que el PADAVEM obtiene de las subvenciones progresistas del Gobierno de Genomia no estaban invertidos en su totalidad y se acercaba el fin del ejercicio presupuestario para su debido gasto; nos vimos obligados a diseñar y ejecutar una campaña de concienciación escolar con el apoyo de los profesores progresistas de las escuelas infantiles de Genomia. El método consistió en identificar y aislar de sus compañeras y compañeros a las niñas y niños carnívoros al grito de ¡te estas comiendo un cerdito! cuando, por ejemplo, una profesora activista, progresista y concienciada con la ecología viera a una niña que, en el patio del recreo, sacara de su canastilla un bocadillo de chorizo con la aviesa intención de comérselo.

La verdad es que la campaña fue un éxito porque, si bien es verdad que, en una primera instancia, provocó algún trauma familiar cuando la niña o niño debidamente concienciado llegaba a casa llamándole asesina o asesino al la progenitora o al progenitor que le preparó el bocadillo; con el paso del tiempo se generalizaron en los colegios verdaderos actos de fe ecológicamente progresista en los que las familias carnívoras renunciaron públicamente a la ingesta de carne y pidieron perdón público por su mala conducta.