Edición dominical
“Todos están de acuerdo, finalmente, en que ninguna acción de los que se entregan a estos vicios puede realizarse con dignidad: ni la elocuencia, ni las artes liberales, pues, cuanto más disipado está el espíritu, menos capaz es de cosas grandes. Todo lo rechaza como hombre que está harto de todo. En nada se ocupa menos que en vivir, cuando vivir es el arte más difícil”
Lucio Anneo Séneca
Diálogos
Sobre la brevedad de la vida
Dedicado a todos los infames (y las infamas) que desfilarán por este Infamiodromo de Maracas
Breve introducción semántica, pertinente al caso
El Diccionario de la RAE define el término “infamia” como “descrédito, deshonra, maldad o vileza en cualquier línea” y nos dice que “maldad” es la “cualidad de malo, acción mala e injusta”. La siguiente atapa en esta ruta léxica de la infamia es el término “malo”, verdadero festival de significados infamantes que nos conducen desde el “falto de las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza, función o destino” a “nocivo para la salud”, “que se opone a la lógica o a la moral”, “de mala vida y comportamiento”, “desagradable, doloroso”, “inhábil, torpe, especialmente en su profesión”. Si avanzamos un poco más en esta caverna oscura encontramos que “vileza” es la “cualidad de vil” y que “vil” es “bajo o despreciable; indigno, torpe o infame”; o “que falta o corresponde mal a la confianza que en ella se pone”.
La solemne inauguración del Infamiódromo de Maracas
Una vez pertrechados con un equipo de supervivencia conceptual para enfrentarnos a la infamia que reina por doquier en Genomia, podemos dar cuenta, en este Diario, de la solemne inauguración del Infamiódromo en el centro mismo de Maracas, mediante un rápido proceso de transformación de las que un día fueron las Cortes Generales en las que los políticos –siempre rapaces de los ahorros del pueblo- al menos, mantenían las formas y un grado básico de alfabetización.
Pues bien, viendo que, de un tiempo a esta parte, se multiplicaban las exhibiciones de culturismo infamante en el que las políticas y políticos se muestran como auténticas y auténticos gladiadoras y gladiadores de la infamia; el Gobierno de Genomia ha decidido transformar dichas Cortes Generales en un vistoso Infamiódromo donde –con la ayuda de las televisiones (siempre amigas en apoyo del vencedor)- el pueblo –soberano(¿?)- de Genomia da el poder en función de las “performances” de cada uno de ellos.
Vidas ejemplares
Pues bien, en este Diario iremos describiendo las vidas ejemplares de las políticas y políticos que comparecen, cuales si fuesen gladiadoras y gladiadores de la infamia. Y es evidente que debe encabezar la procesión -por derecho propio e innegable- el vicepresidente del gobierno de Genomia, Paulus I El Liberticida (antes Catedralicius, y antes aún Eclesiae).
La saga del héroe progresista
Al modo darwiniano, debemos comenzar por el origen de la especie buceando en la saga heroica que alumbró a Paulus I El Liberticida, hijo de Francesco I el Libertario y nieto de Severino I, el abuelito Paz. Ya dijimos en su día que el abuelito Paz tuvo una biografía típica de todo líder progresista del pasado siglo XX que comenzó con la técnica del paseo traumático al contrarrevolucionario y acabó con la delación de sus compañeros para ponerse a bien con el nuevo régimen. También relatamos que el padre libertario, que militó en la Fundación Retroalimentada Analógica Pacifista, practicó el “diálogo traumático”, técnica sicosocial que busca la convicción del adversario político mediante la explosión. Su lema es “a la convicción por la explosión” y su acrónimo es la CONVICSION. Y en su día acabamos destacando cómo el nieto practica la «asunción de responsabilidades variable»; otra técnica novedosa que consiste en asumir públicamente graves responsabilidades (por ejemplo, la gestión de residencias de mayores) y renegar de inmediato de tal responsabilidad cuando alguna anciana o anciano fallece por falta de suministro de equipos de protección y cuidado. En resumen, la transferencia freudiana de toda la vida.
Las cualidades del héroe infame
Pero, no satisfechos con tan parca descripción de virtudes infamantes, no sería justo acabar esta brevísima referencia al macho alfa progresista sin añadir que a Paulus I El Liberticida le adornan otras muchas virtudes infamantes como ser un proxeneta político, un prepotente semi-alfabetizado que, aparentando unas lecturas de las que carece, pretende pontificar sobre temas que ignora en ese tono aparentemente melifluo y curil típico de los dictadorcillos aficionados al ajusticiamiento ajeno. Amén de un virtuoso en la práctica de la postverdad (o sea, un sicópata mentiroso) y un avaricioso inmobiliario.
Y, el que tenga oídos, que entienda
Continuará porque hay muchas poíticas y muchos políticos ejemplares esperando turno, ansiosos por comparecer