Diario de Genomia: Corsarios de la salud ajena en época del COVID 19

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?

Cicerón, Primera Catilinaria.

¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Corsarios de la salud ajena

El vodevil de la importación de los test y de las mascarillas en Genomia –que sería cómico si no fuera trágico y especialmente despreciable por los más de 20.00 fallecidos que increpan nuestra tibieza desde el más allá- me recuerda la figura histórica del Corsario.

Recordemos que corsario era el nombre que se atribuía al que practicaba la guerra de corso, y el término podía referirse tanto a los marinos como a los buques, ya sean de las armadas o de particulares, quienes adquirían la condición militar en virtud del permiso concedido por un gobierno en una carta de marca o patente de corso. El corso tiene similitud con la piratería, pero lo diferencia que el corso era legal para su gobierno. Los corsarios saboteaban el tráfico marítimo saqueando o secuestrando.

Y el querido lector o lectora se preguntará: ¿Qué tiene que ver el vodevil trágico de la importación de los test y de las mascarillas en Genomia con la figura histórica del Corsario? La respuesta la encontramos en las varias semejanzas entre ambas situaciones: tenemos unos intermediarios en la importación de los test y de las mascarillas para prevenir la epidemia del COVID elegidos por el expeditivo procedimiento de contratación pública de adjudicación directa e inicialmente secreta y gracias al estado excepcional en el que vive sumida –desde hace ya demasiado tiempo- Genomia. Tenemos una serie de errores reiterados en el proceso de importación de test y de mascarillas defectuosas, particularmente nocivos –por criminales- para los sanitarios, quienes, creyéndose protegidos frente al COVID 19, en realdad no lo estaban. Y son tantos, tan graves y tan reiterados los errores que no pueden obedecer a la casualidad, sino a la causalidad. Y la doctrina de la causa y el efecto exige una explicación racional del fenómeno y, al preguntarnos ¿Qui prodest? Se no hiela la sangre y debemos recordar al entrañable corsario Paquito el Chocolatero (también llamado “el Dadivoso”).

Corsarios de fortuna (propia y ajena). La asombrosa historia de Paquito el Chocolatero

Recuerdo al amable lector y a la amabla lectora que Paquito el Chocolatero (también llamado “el Dadivoso”), es un empresario destacado de Genomia caracterizado por haberse visto implicado en numerosos concursos (no precisamente de belleza, sino empresariales); por tener magníficos contactos con destacados miembros del partido del líder aparente de la nación, Petrus I El Iluminado e incluso, en los últimos tiempos,  con destacadas dirigentas del partido del líder auténtico de Genomia, Paulus I, el Liberticida; y por distribuir márgenes excedentarios entre aquellos políticos y políticas de todo tipo de géneros, caracterizados, en ocasiones,  por una común y misteriosa afición a la cría caballar.

Y calificamos de asombrosa la historia de Paquito el Chocolatero porque, habiendo importando millones test y mascarillas de la afamada marca Fu-Manchu, sigue gozando de la patente de corso del Gobierno de Genomia.  

Y, al cabo, nada os debo; debeisme cuanto escribo; a mi trabajo acudo; con mi dinero pago; el traje que me cubre; y la mansión que habito; el pan que me alimenta y el lecho donde yago; y cuando este …