Diario de Genomia (intervenido): Un mundo infeliz

Entrega especial dominical

“Por encima de la entrada principal de un edificio bajo que únicamente tenía 34 pisos, compacto y gris, se podían leer las palabras: CENTRO DE INCUBACIÓN Y CONDICIONAMIENTO DE LA CENTRAL DE LONDRES, y en un escudo: IDENTIDAD, COMUNIDAD, ESTABILIDAD, que era el lema del Estado Mundial”

Aldous Huxley
Párrafo primero de “Un Mundo Feliz”

Firma autorizada (que no invitada): Ivanus Cuadratus

Presentación

Aun cuando no es necesario que me presente, si conviene que recuerde a quien esté leyendo esta entrada que soy, ni más ni menos, que Ivanus Cuadratus, el asesor multiuso que, durante los últimos años, ha aportado sus geniales ideas, sucesiva y simultáneamente, a los partidos conservadores y a los progresistas, cobrando de todos ellos pingües emolumentos. Y he logrado semejante plasticidad cerebral gracias a la práctica espartana del pensamiento viscoso (también llamado pensamiento ameba), que es un grado superior al pensamiento líquido, dado que no solo el contenido se conforma al continente táctico que en cada momento conviene al político que paga; sino que se pega de manera indeleble a la conciencia del pueblo que lo escucha arrobado.

En esta entrada he tomado prestado el título de una famosa obra de la literatura mundial –citándola en contra de la costumbre de mi principal Doctoriraptor- con un pequeño matiz para expresar la doble acepción de infeliz como triste e inocente o “a la buena fé” del futuro inmediato que aguarda al noble pueblo de Genomia.

La reunión discreta y “Los Protocolos de Ragapalag”

Comparezco hoy ante ustedas y ustedos para compartir una reunión discreta acaecida los primeros días del mes de marzo entre los dos líderes progresistas que guían los destinos de Genomia y servidor, en mi condición decisiva y decisoria de director del Gabinete de Comunicación del gobierno del país. El encuentro se produjo en la mansión serrana que habita –junto a la lideresa progresista- uno de los líderes en las proximidades de la capital Maracas, denominada Ragapalag. De ahí que los acuerdos que en tan decisiva reunión de suscribieron se denominen Los Protocolos de Ragapalag. Estos Protocolos reflejan la estrategia de aprovechamiento de la pandemia del DIVOC 666 para imponer el Nuevo Régimen Luminoso (NURELU) que conducirá al Progreso infinito al pueblo genomiés.

Procedemos a dar cuenta sintética de estos Los Protocolos de Ragapalag que, según hemos anticipado, diseñaron las dos mentes preclaras que guían las vidas y haciendas del pueblo de Genomia, que día tras día va incrementado sus méritos para merecer el sobrenombre de “Fuente Ovejuna” en conmemoración a un antiguo literato natal.

Un cambio de paradigma: hacia el poder por la miseria

El punto de partida de Los Protocolos de Ragapalag es que la pandemia del DIVOC 666 es una ocasión pintiparada para cambiar el paradigma de la dominación del pueblo por los políticos. En efecto, el paradigma tradicional consistía en que los políticos deben procurar incrementar el bienestar de la población para que esta, satisfecha con dicho bienestar, les vote desde la independencia de criterio. Frente a ello, el paradigma progresista exige el empobrecimiento de la población para vote a sus políticos por dependencia vital. Lo cual exige un proceso previo de domesticación social que la pandemia del DIVOC 666 ha permitido acelerar.

Domesticación social

Este proceso se ejecuta gracias a los instrumentos siguientes:

a) El confinamiento de la población, inicialmente forzoso para combatir la pandemia del DIVOC 666 y posteriormente prolongado “sine die”. En este periodo de prolongación es importante aplicar recursos tan antiguos de las tiranías como la arbitrariedad en el tratamiento de personas y territorios. Y, para ello resulta decisiva la obediencia debida, acrítica e irreflexiva propia de la casta militar para que ejerza un control férreo de seguridad el famoso General Trueno, al mando de Glorioso Ejército Progresista del Pueblo de Genomia (GEPROPUGE).

b) El empobrecimiento de la población que será resultado natural de la paralización económica por el estado de pánico renovado “ad infinitum”. Dicha depauperación social hará necesario adoptar medidas de caridad por los poderes públicos y el pueblo de Genomia, agradecido, no “morderá jamás la mano que le da de comer”.

c) El adoctrinamiento de la población, generando una realidad paralela a base de la conocida técnica de “la gota que golpea el granito” tan magistralmente ejecutada por la Televisión pública de Genomia y mejorada, más si cabe, por las Televisiones privadas y, en particular, por la “prima donna” de las cadenas sectarias, 666 Te Vé. Esta técnica de “la gota que golpea el granito” la inventó el famoso sociólogo argentino peronista Jorobosky y se ejecuta en dos fases: la primera es la “fase del despiste” y consiste en distraer la atención del pueblo hacia temas escandalosos por supuesto secundarios que suelen facilitar, con enorme fruición, las luchas intestinas de los partidos facciosos. La segunda se denomina “fase del martillo pilón”, así llamada porque consiste en mostrar, una y otra vez y en todas las franjas horarias, noticias del escándalo magnificado. Esta fase la borda la indómita periodista de investigación Dana Rostap en su programa estrella “Se busca facha”.

Conclusión: ¡todos somos la perra o el perro de Paulov!

Y, de esta manera, Los Protocolos de Ragapalag concluyen que la población amaestrada de Genomia esperará pacientemente haciendo colas interminables para comprar artículos de primera, segunda y tercera necesidad ante establecimientos comerciales cuyos guardias de seguridad, investidos de una autoridad difusa, loa maltratarán en ocasiones y colaborarán, también ellos, al proceso de domesticación popular.

Y este proceso de conductismo acabará con manifestaciones –autorizadas excepcionalmente- del noble pueblo de Genomia gritado al unísono y exhibiendo en enormes pancartas la frase: ¡todos somos la perra o el perro de Paulov!

Y Petrus I El Iluminado y Paulus I El Liberticida observarán, complacidos, el éxito de Los Protocolos de Ragapalag en la mansión de la serranía de Maracas que les da nombre.

Y el que tenga oídos, que entienda.