Diario de Genomia: Un suave, inquietante y apestoso tufillo autoritario

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?

Cicerón, Primera Catilinaria.

¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Mi regreso a Genomia, tras una breve ausencia y en tiempos de coronavirus, me ha permitido experimentar varios acontecimientos extraordinarios que quieto compartir con Ustedas y Ustedes anablas lectoras y amablos lectoros (discúlpenme, pero, dado el futuro inmediato que se nos avecina, hay que estar a bien con el Ministerio de la Verdad, de la Igualdad y de la Corrección política para prevenir, en la medida de lo posible, la desaparición literaria de este blog o la desaparición física de su autor e incluso intentar conseguir una canongía en el régimen progresista futuro).

Pues bien, el acontecimiento extraordinario que ahora quieto compartir es el siguiente: cansado de llamar a un número de teléfono para rogar que la sanidad pública me hiciera un test para verificar si padecía o no el COVID 19 y sospechando que, si me hicieran el test, fuera de la afamada marca Fu-Manchú, famosa también por sus mascarillas. Perteneciendo a un grupo de riesgo; decidí realizarme un auto-test para ver si sufría o no el COVID 19 con un grado de fiabilidad que ya lo querrían para sí los test Fu-Manchu que el Gobierno de Genomia ha comprado por millones al país oriental, a través del famoso empresario Paquito el Chocolatero, proclive a distribuir márgenes excedentarios entre políticos extranjeros (vendedores) y patrios (compradores).

El auto-test tranquilizador consistió en comprobar que conservo el sentido del olfato, que parece desaparecer cuando el COVID 19 nos infecta. Y la prueba de que conservo el olfato ha consistido en que he percibido, desde hace algunos días en Genomia, un suave, inquietante y apestoso tufillo autoritario y totalitario que se manifiesta en la circulación, no de la sangre, sino de las personas y las ideas.

Las restricciones a la libre circulación de las personas

En cuanto se refiere a la circulación de las personas, he percibido el tufillo autoritario cuando he visto las sanciones extremas e indiscriminadas que se imponen a pacíficos ciudadanos con una aparente voluntad preventiva que, a la vista de las últimas noticias sobre la contundente forma de su recaudación, parece obedecer a un afán recaudatorio real. Y el tufillo se convirtió en olor nauseabundo cuando comprobé que una buena parte de la programación extraordinaria de la televisión pública de Genomia y de las cadenas privadas de información libre y progresista y amigas del Gobierno, (disculpen, una vez más, el oxímoron al utitizar esta ”combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido”, DRAE dixit) se dedicaban a proyectar decenas de veces las historias de sujetas y sujetos que, en Genomia y en el extranjero, eran localizados e inmediatamente detenidos por saltarse el confinamiento, siempre al albur del libérrimo criterio de la agenta o del agente del orden.

La malvada Herminia

En este sentido, destacó el reportaje que la “prima donna” de las cadenas sectarias, 666 Te Vé sobre la historia ejemplar de la malvada Herminia. En el reportaje se puede ver como Herminia –anciana de 85 años de edad que lleva separada de sus hijos y nietos durante más de un mes- sale del portal de su casa y se dirige al supermercado cercano a comprar leche y galletas cuando, de pronto, surgen de una esquina tras la que estaban apostados, dos agentes del orden de 1,90 m. de altura y complexión atlética que, armados hasta los dientes, le conminan para que les muestre su DNI y, al comprobar que se ha alejado de su casa más de 199 metros y que sus hijos y nietos viven en una casa que esta a 222 metros, llegan a la certera conclusión de que la oscura finalidad de Herminia no era la compra de  leche y galletas, sino realizar una visita clandestina a sus hijos y nietos.

La evidente peligrosidad para la salud de todas y todos de la conducta de Herminia fue motivo bastante no sólo para extender le pertinente denuncia de sanción que diezmaría su modesta pensión; sino también para proceder a su detención inmediata por desobediencia a la autoridad; ya que no era la primera vez que Herminia había intentado engañar a los mismos agentes del orden con la pérfida engañifa de decir que se dirigía a comprar  leche y galletas para ocultar su inconfesable propósito de visitar, de forma clandestina,  a sus hijos y nietos

El reportaje de 666 Te Vé acababa con las declaraciones de la jueza progresista a la que correspondió conocer del caso que explicó –de la forma didáctica que le es propia a la especie- la gravedad de la conducta de Herminia y la pena adicional privativa de libertad que le impondría porque estaba dudando entre tipificar la conducta de forma benévola como mera desobediencia a la autoridad o incrementarla en forma de atentado a la misma.

Las futuras restricciones a la libre circulación de las ideas y a la libertad de opinión

Y cuando el tufillo autoritario se transforma de verdadero olor nauseabundo por apestoso es cuando pasamos a ver los acontecimientos de estos días sobre la libre circulación de ideas y la amenazada –al socaire de la situación excepcional por la pandemia- libertad de expresión. En este sentido nuestro olfato ha captado como la famosa Congregación de Infamias Sucesivas, con su sumo sacerdote el mando, el famoso abad Sonazet, ha sometido al noble pueblo de Genomia a una encuesta con la siguiente pregunta:

“¿Considera Usted que, a la vista de la situación excepcional ocasionada por la pandemia del DIVOC 666 en Genomia, la necesaria concentración del poder absoluto en nuestros amados líderes Petrus y Paulus y los sacrificios que hacen por el pueblo, debe modificarse su denominación y su estatus para ponerlos a salvo de toda crítica falsa y malintencionada que las fuerzas reaccionarias están realizando de forma constante e insidiosa?”

Como era de esperar, la respuesta favorable alcanzo al 90 por ciento de los encuestados y sirvió de base para instaurar una nueva era de progreso que comenzó por la redenominación de los líderes máximos de Genomia con sus dinastías y sus palacios. De tal modo que el líder aparente Petrus, conocido como Genius o Doctoriraptor, pasó a llamarse Petrus I El Iluminado y su residencia oficial quedó fijada en el Palacio de La  Mantova (en homenaje a la hermosísima villa italiana) donde ejerce su liderazgo virtual  acompañado de su asesor multiuso, Ivanus Cuadratus. Por su parte, el líder auténtico Paulus, también conocido como Paulus Catedralicius o el Macho Alfa Progresista Serrano (el Maprose) adquirió el título de Paulus I El Liberticida y desde el Palacio del Republicano Sitio de Ragapalag ejerce su liderazgo progresista real, al tiempo que ejerce de “la mano que mece nuestra cuna” mediante los servicios de espionaje de Genomia.