Lost in traslation 2. Perdidos en el aeropuerto de Maracas

Firma invitada: Claudia Serena

De una película a una serie

En la entrada que dediqué el pasado 31 de enero aLa gala progresista de los premios COÑA” di noticia de una de las cintas premiadas que respondía al título de “Lost in traslation”. Recuerdo que se trataba de una comedia de enredo en el aeropuerto de la capital de Genomia, Maracas; donde un encuentro casual de una lideresa progresista -de nombre semejante a un conocido antipirético infantil- y un líder didáctico en la bodega de un avión durante 5 horas buscando sus respectivas maletas daba origen a un vodevil lleno de mentirijillas graciosas para todas las fuerzas de progreso. Recuerdo también como la cinta estaba plena de planos cortos donde los dos protagonistas aparecen surcando, a bordo de un patinete eléctrico,  las pistas del aeropuerto internacional Rodolfo Dominguez de Maracas con ambas melenas al viento con si de un remedo de una escena del Titanic se tratará y que en ella se utilizaba un recurso cómico extremadamente eficaz consistente en dar 666 versiones de una reunión, incongruentes entre sí y con la realidad.

Pues bien, tanto ha sido el éxito de la película y tanto el desarrollo argumental de la comedia que su productora, Completante, se ha visto obligada a convertirla en serie que a lo largo de 666 capítulos -unos ya grabados y otros pendientes de grabación- sigue el relato gracioso del incidente y sus “hijuelas” (con perdón).

Alí Baba y las 400 maletas

En mi condición de Directora General de Variabilidad Sexual, Libertad de Elección de Género y Promoción de los Derechos PZPNPSI (a la Práctica de la Zoofilia o bestialismo, Pedofilia, Necrofilia y otras Perversiones Sexuales Imaginativas), integrada en la Secretaria de Estado de la Agenda 2666; he accedido a datos confidenciales de facilitados por la productora de la serie, Completante, que quiero compartir con Ustedas y Ustedes, amablas y amables lectoras y lectores progresistas y progresistos.

Aunque este mal decirlo, debo pecar de inmodestia para “poner en valor” el sacrificio que ha supuesto hacer estas investigaciones mientras yo misma y el resto de altas cargas del Ministerio hemos venido manteniendo 48 reuniones al día con los más pintorescos colectivos de los Derechos PZPNPSI. Lo que arroja 2 reuniones por hora cada día, incluidas noches, hasta el punto de que he llegado a tener pesadillas con soliloquios diciéndome: Me reúno,  no me reúno;  me reúno, no me reúno; y así he pasado noches enteras en una duermevela. Y, por si este sinvivir para el servicio del pueblo no fuera suficiente; las altas cargas del Ministerio hemos debido preparar onomásticas de nuestra lideresa máxima, con la compra de tartas y las grabaciones en vídeos cuidadosamente editados para ejemplo y solaz de la ciudadanía progresista.

Y el más relevante de los datos confidenciales que me facilitó la productora de la serie, Completante, es que se barajó retitular la serie con el nombre de Alí Baba y las 400 maletas, por las razones que después expondremos. Pero el cambio de título fue rechazado ante la imposibilidad de identificar al protagonista, Alí Baba, dado el machismo implícito y la multitud de personajas y personajos mplicados.

El misterioso contenido de las 400 maletas

Para crear un producto cinematográfico exitoso, y la productora de la serie, Completante, ha añadido al efecto cómico, el misterio, comenzando con el contenido de las 400 maletas desembarcadas. De tal manera que dividió dicho contenido en tres grupos:

Las 100 maletas de rastro dorado

Un primer grupo de 100 maletas dejaba un rastro dorado, sin duda, debido a su contenido de purpurina -que, como todo el mundo sabe, es una sustancia o compuesto colorante de color rojizo, extraído de la raíz de la planta de la familia de las rubiáceas llamado rubia, altamente tóxica- que se echa en las pinturas antes que se seque y se obtiene una apariencia dorada. Pues bien, para para intensificar el “momentum críminis”, la pista del polvo dorado se perdía en las inmediaciones de la mansión de la conocida -al tiempo que simpática- pareja artística de Genomia llamada los Ceaucescu de la Sierra.

Las 100 maletas de rastro blanquecino

Un segundo grupo de otras 100 maletas dejaba un rastro de polvo blanco debido a su contenido harinoso, de la afamada fábrica da pan La Cocina que, en contra de toda probabilidad química, provocaba un efecto eufórico en quien la inhalara.

Las 200 maletas literarias

El tercer grupo de 200 maletas no dejaba rastro alguno, con lo que el misterio estaba asegurado hasta el momento cumbre en el que se descubre en la serie que contienen parte de la famosa Biblioteca de Autores Paganos con títulos tan famosos como los siguientes:

a) Las Obras completas de Ariadna Astral compuestas por un folio en blanco lujosamente encuadernado con el emblema del Gobierno de Genomia que consiste en un buitre aleonado rampante sobre campo de bules con un castillo serrano al fondo y la leyenda “Roba cuanto puedas” en latín.

b) El Tratado del plagio resiliente -obra de Genius, alias Doctoriraptor y de Enmanuel Kara, alias Filosofator- que, a lo largo de 10 tomos, exponen en profundidad la teoría y la práctica del plagio. El famoso Tratado esta naturalmente plagiado en su mayoría, comenzando por la cita de la famosa obra de Sócrates “Elogio de la sabiduría” (aunque, como todo el mundo sabe, Sócrates no dejó obra alguna por escrito).

c) El Manual de como disfrutar de un beca universitaria sin hacer acto de presencia, ejemplo de investigación en la nube a cargo de Iñaki de Errekonía que figura en le colección del Centro de Estudios Paralelos Sensacionales.

d) Las Cien mil leguas de viaje submarino, cuyo autor es Paulus Catedralicius y que -epatando a Julio Verne- explica la aventura del acceso secreto y, cuando menos, discreto a la riqueza súbita.

e) El Principato, cuyo autor es Ivanus Cuadratus, alias Camaleonus, que es un manual de intriga política que debe su nombre a la mezcla mutante del Príncipe de Maquiavelo y del Principito de Saint Euxpery. Es, por lo tanto, un manual muy básico de la manipulación política mediante la intoxicación de la opinión pública, de tan baja estofa que mereció el nombre burlesco del principato, para expresar al tiempo la idea de maquiavelismo y de torpeza.

La confusión entre los destinatarios de las 400 maletas

Dado que recordemos que la serie es una comedia de enredo y la productora de la serie, Completante, es una especialista reconocida en la manipulación de la realidad en clave de humor, sus guionistas han potenciado el efecto cómico de la situación añadiendo a la multitud de versiones incongruentes, la confusión entre los destinatarios de las 400 maletas que, como todo el mundo sabe, es un recurso hilarante que siempre funciona. De tal manera que las 100 maletas de rastro dorado no llegaron a su destino inicial, que era la mansión de los Ceaucescu de la Sierra; sino al Palacio del Intercambiador, donde causaron una alegría inesperada parecida a la que provocan en Navidades los premios de la Lotería, con las consabidas imágenes del descorche de botellas de cava entre muestras de jolgorio. Mientras que las 100 maletas de rastro blanquecino fueron entregadas en la mansión de los Ceaucescu de la Sierra, quienes, tras una reacción de frustración económica inicial; cambiaron súbitamente de conducta para manifestar una enorme y permanente alegría psicodélica. Por último, las 200 maletas literarias fueron depositadas en el ministerio de propaganda de Genomia que, de inmediato, monto una exposición permanente para mayor gloria de los autores de tan famosas obras con una duración prevista de 666 años.

Reflexiones finales

¿El suicidio colectivo en Genomia?

En ocasiones nos preguntamos si no estaremos asistiendo a un episodio de suicidio colectivo de la noble ciudadanía de Genomia que, al modo del famoso reverendo en la Guayana francesa, va gozando de la bebida que le proporciona una clase política dirigente que exhibe de forma rampante una ignorancia demagógica o una demagogia ignorante difícil de discernir en su proporción predominante.

¡Todos somos molineros!: ¡Todavía hay jueces en Berlín!

Pero, repetimos, una vez más, que nuestra última y única esperanza reside en el poder judicial para que, en caso de necesidad, nos proteja como al célebre molinero del cuento que se enfrentó a Federico el Grande de Prusia por no aceptar la orden de irse -o de callarse- y que, lejos de amilanarse, acudió a los tribunales que le ampararon en su derecho.